"Tomasa se describe como una persona humilde y generosa, que suele compartir comida con quienes lo necesitan. Quedó huérfana a los seis años y atribuye a sus hermanos mayores y a su difunto padre el haberle enseñado habilidades esenciales como hacer tortillas. Comenzó a bordar alrededor de los ocho o nueve años, aprendiendo de su hermana. Solían reutilizar ropa vieja para sacar hilo y fabricaban sus agujas con espinas de maguey.
Este oficio le ha enseñado paciencia y la importancia de reflexionar antes de actuar. Su mayor felicidad proviene de ver a su hijo sano y contento, y sueña con un futuro en el que él se convierta en un profesional y su familia goce de buena salud.
"Paula aprendió a bordar desde pequeña con su madre, ya que vivir en un rancho hacía que esta habilidad fuera esencial para las mujeres, especialmente para tener servilletas para las tortillas que se hacían en el pueblo. Hace algunos años, aprendió la técnica del deshilado en un grupo, lo cual fortaleció aún más sus habilidades.
El bordado siempre la ha intrigado, pero con el paso del tiempo ha enfrentado retos debido a su edad: su vista ya no es tan aguda y sus manos han desarrollado más temblores. A pesar de estas dificultades, la pasión de Paula por el bordado sigue siendo fuerte.
Planea usar el dinero de sus ventas para arreglar sus lentes, lo que le permitirá continuar haciendo lo que más le gusta. Paula vivió en la Ciudad de México hace cuatro años, donde se dedicó a confeccionar vestidos de novia, vestidos de quinceañera y diversos tipos de prendas, dirigiendo su propio taller.
"Reyna es madre soltera de Tomás, Michel y Ramiro. Ha vivido en Saucillo durante 37 años mientras cuida de su madre, Luisa. Sus hijos y su familia la motivan cada día, y espera que sus hijas puedan seguir carreras que les apasionen. Reyna se siente orgullosa de trabajar duro para sacar adelante a sus hijos, y su mayor pasión es el bordado.
Aprendió a bordar a los 10 años gracias a su abuela y su madre, comenzando con sus primeras servilletas. Siempre le ha encantado bordar rosas y diseños inspirados en la naturaleza. Para Reyna, el bordado no es solo un oficio; es una forma de conectar con su abuela, quien compartía su pasión y hasta le compró su primera servilleta para comenzar su camino.
"Margarita es una madre dedicada de cuatro hijos: Lucio, de 15 años; Adriana, de 14; y las gemelas Alejandra y Alexandra, de 8. Cada día trabaja con esfuerzo para brindar lo mejor a su familia, y su compromiso con ellos es inquebrantable. A los 17 años, Margarita se interesó por el bordado al admirar el hermoso trabajo de otras mujeres en su comunidad. Motivada por su arte, le pidió a su tía que le enseñara a bordar, y así comenzó su camino.
A través del bordado, Margarita no solo expresa su creatividad, sino que también aporta alegría y apoyo económico a su familia, permitiendo que sus hijos continúen sus estudios. Se enorgullece de combinar colores y estilos para hacer que cada pieza sea única, con la esperanza de que quienes usen sus creaciones sientan felicidad y satisfacción.
"Antonia se despierta todos los días a las 4:00 a.m. para hacer tortillas que vende en su comunidad. Después de cocinar y limpiar, cuida a sus dos hijos pequeños mientras su esposo trabaja en el campo. Disfruta cocinar, bordar, leer y pasar tiempo con su familia.
Comenzó a bordar por influencia de su madre y siempre pone amor en su trabajo. Cada pieza que crea le toma dos horas o más, llenas de cuidado y esfuerzo, con la esperanza de que la persona que la compre la valore tanto como ella.
"Angélica se siente realizada porque tiene a su esposo y a sus tres hijos: José Guadalupe, de 21 años, y unos gemelos de 13. El apoyo de su esposo—su amor y comprensión—la ayuda todos los días.
Aprendió a bordar a los nueve años gracias a sus abuelas y le encantaba llevar servilletas y manteles mientras cuidaba a los animales. Lo que aprendió de sus abuelos ahora le ayuda a ganar dinero para mantener a su familia.
Disfruta pasar tiempo con sus compañeras, encontrando tranquilidad al compartir sus experiencias. Espera ver a más mujeres vendiendo su trabajo en distintas ciudades para que puedan ayudar a sus hijos a terminar sus estudios—algo que ella no pudo hacer. Su mayor sueño es ver a sus hijos tener éxito en la vida.
"Como artesana, su mayor sueño es ver sus productos en otros países, para que así más gente aprecie su valor y se familiarice con sus tradiciones.
"Al igual que muchas de sus colegas, ella sueña con algún día montar su propio taller. Un lugar donde ella y sus amigas puedan enfocarse en la confección de diferentes piezas.